Despedida en la distancia
¿Cómo vivir el duelo sin la presencia?
Los rituales aluden a un conjunto específico de actividades que simbolizan y marcan la transición de un estado a otro en la vida de una persona. Sirven para elaborar y dar reconocimiento y apoyo social a las emociones positivas y negativas, bodas, ritos de paso y funerales.
Definimos duelo como el conjunto de reacciones físicas, emocionales y sociales que se producen por el fallecimiento de una persona próxima.
Los rituales de duelo, como el velatorio, el funeral y el entierro nos ayudan a aceptar el hecho de la muerte del ser querido, nos aportan el soporte emocional a través de la compañía de amigos y familiares y nos facilita un escenario donde poder canalizar nuestras emociones, en el cual, cualquier muestra de dolor es aceptable y entendible. Pero, en estos momentos, este contexto es imposible. Nos hemos quedado sin las formas conocidas de despedirnos y nadie nos ha enseñado a encontrar otras.
Los psicólogos sabemos que la ausencia de despedida es un factor de riesgo para el desarrollo de duelos patológicos como ocurre en las desapariciones, los naufragios y en las catástrofes ya que dificultan la aceptación de la muerte del ser querido o se puede llegar a tener la sensación de no creer que haya fallecido.
En el caso del COVID-19, nos angustia pensar que nuestros seres queridos han fallecido solos, no poder acompañarles en esas circunstancias y no poder abrazarnos entre nosotros, consolarnos y llorar juntos, y celebrar los ritos de despedida, sean estos religiosos o no. En medio de esta emergencia voy a intentar ayudar a solventar situaciones y aportar ideas para la realización de rituales durante el confinamiento. Cuando esto pase será el momento de celebrar conjuntamente las ceremonias aplazadas.
Lo primero sería darse cuenta de que no han muerto solos, en todo momento ha habido sanitarios a su alrededor, trasmitiendo cariño y dedicación y nuestros familiares han sido conscientes de que en las circunstancias excepcionales que nos encontramos, el aislamiento de familia, amigos y conocidos, y la labor de estos profesionales con recursos y medios limitados, son todos actos de amor.
Cuando se conoce o se trasmite la noticia de la defunción es normal que haya crisis de llanto o expresiones de dolor, si no hay posibilidad de que la persona se haga daño a sí misma, es positivo dejar que salgan las emociones, bloquearlas solo provocaría aumentar la angustia. En ausencia de crisis de ansiedad no se debe tapar el dolor con ansiolíticos o hipnóticos.
Escribir una carta dirigiéndonos a la persona que hemos perdido y volcar en ella todo lo que nos habría gustado decir si no hemos tenido ocasión de hacerlo o nuestros sentimientos hacia ella y las cosas que nos ha aportado a nuestra vida.
Sería bueno elegir una hora para quedar todos juntos, cada uno desde su lugar de aislamiento y con un objeto que para nosotros represente a esa persona, un regalo, una fotografía, lo que sintamos que simboliza lo que era y es para nosotros. Encender una vela y proceder a rezar en el caso de las personas religiosas o hacer una lectura elegida para ese momento o poner una canción concreta. Cada persona desde su casa tiene que ser consciente de que los demás miembros de la familia están haciendo lo mismo, y que, en la distancia, hay algo más importante que los une, los sentimientos.
El objetivo es hacer real la pérdida, ya que sin despedidas, se podría entrar en un proceso de negación, y compartir el dolor con los seres queridos, por eso es importante que los actos elegidos tengan significado para quienes los realizan.
Cuando la epidemia termine se podrán celebrar ceremonias y darse los abrazos aplazados, pero en estos momentos debemos adaptarnos a las circunstancias que nos ha tocado vivir. Una pérdida es una situación muy difícil para cualquiera, en estos tiempos más y es posible que a pesar de estos rituales terapéuticos pueda desarrollarse un duelo patológico, en cuyo caso, es recomendable consultar con profesionales e iniciar una terapia de apoyo y resolución del duelo.
Isabel Criado López
Psicóloga
