La Toxina Botulínica es una complicada proteína molecular muy sensible. En comparación con su peso, posee el nivel más alto de toxicidad de todas las sustancias, ya sean naturales o no.
Esta toxina es producida por la bacteria Clostridium Botulinum. Esta bacteria se encuentra en todo el mundo, tanto en la tierra como en el agua, estando normalmente inactiva durante años, pero bajo ciertas condiciones se activa y produce Toxina Botulínica. Este es el caso cuando hay una contaminación de la bacteria clostridium en alimentos, carnes o vegetales, y estos son almacenados en un compartimento hermético. Al comer estos alimentos se produce una intoxicación alimentaria llamada Botulismo. Los sistemas actuales de manipulación y almacenamiento de alimentos hacen actualmente casi nulo el riesgo de botulismo, más teniendo en cuenta que la cocción elimina cualquier bacteria presente.
Los efectos de la Toxina Botulínica en relación a la intoxicación alimentaria son conocidos desde la época romana. En la Edad Media se hicieron muchos esfuerzos para prevenir epidemias de botulismo mediante mejores regulaciones higiénicas.
En la segunda mitad del pasado siglo, la relación entre Botulismo y la correspondiente bacteria y la existencia de Toxina Botulínica fue explicada. A través de pruebas con animales e investigaciones biológicas moleculares, los efectos específicos de la Toxina Botulínica fueron descubiertos.
A mitad de los setenta, un oftalmólogo americano, el Dr. Alan Scott, buscaba alguna sustancia para relajar ciertos músculos oculares, con la finalidad de ayudar a pacientes bizcos. Finalmente tuvo éxito con la Toxina Botulínica. Enseguida, la Toxina Botulínica se usó en el tratamiento de músculos contraidos del párpado. Desde que el Blefarospasmo se consideró una disfunción neurológica, la Toxina Botulínica se empezó a usar con éxito en variedad de desórdenes del movimiento.
Los movimientos involuntarios se generan por impulsos eléctricos desde ciertas partes del cerebro, el núcleo y la médula espinal. Desde allí, estos impulsos viajan a través de los nervios periféricos. Al final de estos nervios se encuentra almacenada una sustancia química transmisora llamada Acetylcholine. Cuando un impulso eléctrico alcanza el punto del almacenamiento, la Acetylcholine se libera y contacta con el músculo, produciendo una contracción. Cuando la Toxina Botulínica se inyecta en el punto necesario del músculo, se consigue debilitarlo porque la Toxina bloquea la Acetylcholine.
Para obtener resultados óptimos con la terapia con Toxina Botulínica es necesario identificar los músculos sobreactivos y decidir la dosis apropiada para normalizar su actividad.
El proceso es seguro porque la cantidad usada en la terapia es de sólo varios billones de gramo y la Toxina Botulínica permanece en el punto inyectado sin entrar en contacto con órganos vitales, como el hígado, riñón o corazón.
No hay efectos secundarios persistentes. Temporalmente puede darse pérdida del control muscular en el área inyectada, normalmente sin alterar la función del músculo inyectado.
La Toxina Botulínica debe ser inyectada en los músculos sobreactivos, normalmente entre una y tres inyecciones por músculo. Las jeringas son muy pequeñas, de manera que no deberían producir apenas dolor (el efecto varía según la propia tolerancia de cada paciente).
Generalmente el efecto comienza a aparecer a partir del tercer día, normalmente al cabo de entre el quinto y el décimo día. El máximo efecto se alcanza entre los diez días y las tres semanas, según cada caso.
Normalmente se pierden los efectos transcurridos entre dos y cuatro meses, después de una disminución progresiva durante algunas semanas. Al cabo de seis meses el beneficio habrá finalizado por completo.
La Toxina Botulínica ha sido usada como terapia desde 1980. Desde entonces, más de cien mil pacientes han sido tratados en todo el mundo, y se han publicado muchos artículos por cantidad de doctores aconsejando el uso de Toxina Botulínica para variedad de síntomas.
La Toxina Botulínica para uso terapéutico es un producto totalmente biológico. Cuando cierto tipo de la bacteria Clostridium Botulinum se pone dentro de una solución nutriente, se multiplica durante varios días hasta que agota su alimento y la bacteria muere. Usando un complicado proceso técnico, la Toxina Botulínica se aisla, se congela y empaqueta en pequeños envases. Durante este procedimiento la potencia de la Toxina Botulínica tiene que ser medida repetidamente para asegurar los niveles de calidad necesarios para su seguridad y eficacia. La Toxina Botulínica es un producto sensible que requiere ciertas condiciones de envasado y transporte.
Antes de la inyección, el polvo de la Toxina Botulínica se disuelve y diluye en una solución salina. Después, la preparación se debe administrar antes de cuatro horas.
Actualmente (2014) existen tres productos aprobados en el mundo:
Ademas de un completo examen de todos los síntomas del paciente, un Electromyogram o EMG debería hacerse. El EMG enseña qué músculos tienen sobreactividad y en qué grado.
Una solución recien preparada del medicamento se inyecta dentro del músculo afectado, usando una jeringa desechable con una aguja fina. Si hay más de un músculo involucrado, se necesitarán varias inyecciones.
No hay en absoluto ninguna indicación en cuanto a que la terapia no deba superar un tiempo límite. En la documentación de los pacientes de Estados Unidos recogida durante aproximadamente los últimos quince años no se han observado cambios en los efectos.
No existe ninguna indicación que excluya a ningún tipo de paciente, pero una medida de precaución debe ser no tratar a mujeres embarazadas. Cuando un paciente toma medicinas anticoagulantes, la Toxina Botulínica debe administrarse con especial precaución. Por supuesto, el doctor decidirá en cada caso individual qué terapia debe aplicarse o qué otra forma de tratamiento puede ser más apropiado.
Siempre es muy importante hacer saber a tu médico si estás tomando algún otro tipo de medicamento. Ciertos antibióticos u otras medicinas que interfieren los impulsos nerviosos a los músculos, pueden aumentar el efecto; sin embargo, normalmente se puede tratar a los pacientes con Toxina Botulínica a pesar de que estén tomando otros fármacos.
Si, puede fracasar de dos maneras: siendo completamente ineficaz, o, aunque la primera aplicación se haya hecho con éxito, puede ir perdiendo efectividad en los sucesivos tratamientos.
Es relativamente poco frecuente. Se estima un fracaso en solo un 5 ó 10% de pacientes con Distonía Cervical, e incluso menos frecuente en otras formas de Distonía.
Existe, sin embargo, la indicación de que en aquellos casos donde se han aplicado altas dosis, el porcentaje de fracaso puede verse aumentado.
El fracaso puede deberse a diferentes razones. Algunos pacientes pueden desarrollar anticuerpos que cancelan el efecto de la Toxina Botulínica o algun tratamiento puede no tener éxito debido a bajas dosis de Toxina Botulínica o incorrecta situación de la misma en los músculos.
Las Distonías han sido tratadas con fármacos e intervenciones quirúrgicas. Bajo las mejores condiciones, sólo han habido mejoras en un tercio de los pacientes.
Quirúrgicamente, es posible cortar los músculos sobreactivos o los nervios a los cuales están conectados, pero a menudo no se pueden alcanzar ciertos músculos afectados sin dañar algún otro que, en consecuencia, puede llevar a algún tipo de desorden del movimiento.
También, en muchos casos los nervios y músculos producirán nuevos tejidos, deshaciendo por tanto los efectos de la cirugía. Otra técnica ha consistido en un intento de cortar o dañar ciertas partes del cerebro, pero ello ha originado efectos secundarios que pueden ser peores que el beneficio aportado. Actualmente, se han hecho pruebas implantando una pequeña bomba en la pared abdominal superior, que administra medicamentos directamente al líquido espinal del cerebro en el canal central de la médula espinal.
Después de determinar qué músculos son sobreactivos y en qué grado, se aplican entre dos y cuatro inyecciones para cada de tres a seis músculos.
Como regla general, las inyecciones no son muy dolorosas. Al cabo de aproximadamente cuatro ó cinco dias los cambios empiezan a aparecer: los músculos retroceden y los tirones disminuyen. En esta fase puede usarse terapia adicional para aumentar el proceso. Transcurridos aproximadamente diez dias, el efecto completo debería ser evaluado, y pasadas tres o cuatro semanas, el dolor distónico generalmente empezará a desaparecer.
La mayor parte de los pacientes mejoran y, aunque los resultados varían, la mayoría encuentran una disminución de los espasmos entre un 70 y un 90%.
El paciente puede tener dificultad al tragar o debilidad en los músculos del cuello, provocando por su flacidez algún balanceo en la cabeza. Ahora bien, estos dos efectos son temporales. Una disminución del control puede ocurrir cuando uno se reincorpora de estar tumbado, si bien normalmente desaparece en una o dos semanas.
En el Blefaroespasmo se inyectan unas pocas gotas bajo la piel sobre los músculos afectados, en general en los párpados; suelen ser necesarias tres o cuatro inyecciones. Su efectividad está probada manteniendo los párpados abiertos excepto cuando el parpadeo está provocado por destellos luminosos, por la oscuridad o por dilatados periodos de lectura. Otros músculos de la cara pueden ser tratados de similar manera.
En cuanto al Blefaroespasmo, esta terapia puede causar un estrechamiento del campo visual si se aplica en los párpados, o doble visión durante las primeras dos semanas. También puede darse un enrojecimiento de los ojos, pero esto sólo ocurre en un 5% de los pacientes. Otro efecto posible es un amoratamiento en la parte inyectada, lo cual no tiene ninguna importancia funcional.
En estos casos se inyectan muy pequeñas cantidades de Toxina Botulínica en los músculos de la laringe, en el interior de la garganta. Dada la sensibilidad de la zona, se lleva a cabo con anestesia local. También pueden llevarse a cabo estas inyecciones por fuera del cuello, usando un EMG para controlar la exacta posición de la aguja.
En la mayoría de casos se consigue mejorar el habla y acortar el compás de la respiración, aunque ocasionalmente hará roncar al paciente durante de dos a cuatro semanas. El efecto del tratamiento desaparece al cabo de entre tres y cinco meses, y se mejora con una terapia del habla.
Usar Toxina Botulínica en el tratamiento del Calambre del Escribano suele ser dificultoso, incluyendo extensos exámenes, normalmente con la ayuda de un EMG, pero no siempre es efectivo. Se inyecta en la muñeca también en la parte superior del brazo y hombro. Otra dificultad es la posibilidad de perjudicar los músculos del antebrazo, dada su sensibilidad y fácil debilitación. Este problema se puede evitar experimentando con varias dosis a fin de encontrar aquella que optimice los beneficios minimizando a su vez los efectos secundarios.
Raramente será la Toxina Botulínica el único tratamiento usado. Aunque lógicamente el médico elige los tratamientos adecuados, el paciente deberá ser informado de qué es lo que hay disponible.
La Distonía es un desorden neurológico, no psíquico; sin embargo, dado que muchas Distonías son crónicas, debe considerarse también un tratamiento psicológico. Es importante para el paciente tener un concienzudo conocimiento de los síntomas, el pronóstico, y todas las posibilidades de tratamiento. Una asociación de soporte puede también ser beneficioso al ayudar al paciente a aprender más acerca de la progresión de la Distonía desde aquellos otros que también están afectados.
En ciertos casos, tales como las de tipo cervical, axial y Distonía general, los ejercicios pueden ser beneficiosos para relajar los músculos afectados o para prevenir daños tempranos en la estructura ósea. El paciente debe consultar con su médico sobre qué ejercicios pueden beneficiarle.
Por otro lado, la aplicación de una bolsa de calor o de hielo puede ayudar igualmente en la relajación de los músculos afectados. Es el paciente quien debe valorar qué tipos de ejercicios son más positivos para él.
Ejercicios de relajación pueden ayudar igualmente a descargar el stress, el cual ayuda, sin duda, a empeorar los síntomas distónicos.
Desafortunadamente, los éxitos teóricos achacados a diferentes aplicaciones de medicinas alternativas no han sido científicamente documentados. De cualquier manera, han sido pocos los casos que han mostrado una mejora con esta medicina. Con frecuencia se encuentra a curanderos que son más comprensivos y dan más apoyo que sus colegas médicos, lo cual ayuda a sus pacientes a abordar mejor su problema. En cualquier caso, los tratamientos son costosos y pueden no tener efecto a largo plazo.
La Toxina Botulínica alivia los síntomas. Reduce el dolor, y el movimiento suele ser mejorado de forma significante. El tratamiento puede traducirse en una importante mejora de la calidad de vida.
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